Nicaragua: ¿Fundación de maras?




por Amaru Barahona

Nicaragua del 2007 al 19 de abril de este año, era una sociedad con muchas características negativas, pero tenía algunas virtudes admirables. Entre ellas destaco:


A pesar de sus índices de pobreza, realmente más altos que los que divulgaban el FMI y el Banco Mundial (estos organismos situaban la pobreza en un 29 %), tenía sin lugar a duda, los mejores indicadores de seguridad ciudadana en América Central, una región donde la inseguridad de sus habitantes es de las más elevadas del mundo. Nicaragua era el país menos inseguro de Centroamérica y, posiblemente, de América Latina.

Yo me explicaba este milagro, por las siguientes razones.

*) Una política inteligente de colaboración y confianza mutua entre la policía y las comunidades, para luchar contra la delincuencia.

*) El hecho de que en Nicaragua la DEA no dirige la lucha contra el narcotráfico.

En la conjura que transcurre para darle un golpe de Estado a Daniel Ortega, una fuerza siniestra financió y armó (y por ende aglutinó, organizó) a las pandillas, que nunca llegaron a tener el poder destructivo de las “maras” de los países del llamado triángulo del Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador). Y las dirigió a realizar saqueos de comercios grandes y pequeños, y de instituciones públicas como el seguro social; incendios y destrucción de edificios y bienes públicos, y viviendas privadas; ataques a cuarteles; refuerzos y en algunos casos, dirección, en el montaje de “tranques” en las vías; y otros desmanes para provocar el caos y aterrorizar a la población. Esta fuerza siniestra es el MRS (Movimiento de Renovación Sandinista) en concurso con organismos de inteligencia de USA y el aporte financiero de algunos empresarios. (En la conjura, que ha logrado aglutinar a toda la ultra derecha política, el gran capital nica se dividió. Carlos Pellas no participa activamente, e incluso inicialmente se opuso; Piero Cohen contribuye financieramente en el sustento de las maras).

Hoy, cuando la policía y el ejército están concentrados en sus cuarteles; y además la policía ha sido exitosamente demonizada por los medios involucrados en la conjura. Hoy, las pandillas convertidas en maras, controlan poblados, ciudades y vías.

Es incierto cómo va a terminar el proceso dramático que vive Nicaragua. No me atrevo a hacer pronósticos sobre el perfil de un futuro gobierno (si es que llega a estabilizarse algún gobierno). Lo que sí me parece irreversible es la instauración para largo de las maras en el país.

Ojalá (una expresión que en castellano proviene del árabe: ¡qué Alá lo quiera!) yo me equivoque.

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