Del miedo a la violencia y su efecto multiplicador



por Resistencia 2.0

La estrategia de la derecha para desestabilizar al gobierno sandinista es sembrar el miedo y el odio en la población nicaragüense. Desde siempre, las élites opositoras han utilizado el miedo como parte de sus estrategias para el control político, y en Nicaragua no han hecho la excepción.

Convencidas de que su participación en procesos democráticos no garantiza su regreso al poder, el reducido grupo del MRS planificó y ejecutó su estrategia golpista, fundamentada en el miedo y la violencia bajo el manual del golpe suave, de Gene Sharp.

Los estudiosos de la sicología bien saben que el miedo es una emoción que ejerce en el hombre un gran poder de persuasión y movilización, y que por miedo se hace o se evita hacer muchas cosas; esto debido a la vulnerabilidad emocional del ser humano y a los efectos que genera en su conducta.

Justamente eso fue lo que pasó en Nicaragua a partir del 18 de abril. Tras pequeños disturbios, la maquinaria mediática al servicio de los intereses burgueses detectó el momento oportuno para comenzar la campaña de desinformación y manipulación para sembrar el miedo.

Al siguiente día, los sucesos devinieron en muertes y con ellas el primer objetivo del MRS estaba más que logrado.

Desde sus trincheras de manipulación y aplicando con rigor las acciones del golpe suave, lograron multiplicar el efecto del miedo que durante casi dos meses se ha canalizado a través de la violencia.

Con la complicidad del sector empresarial, que contribuye con financiamiento para organizar acciones violentas y la bendición de la Iglesia Católica, que utiliza sus púlpitos para sembrar el odio, se completa el rompecabezas de cuatro piezas (Derecha, Empresa Privada, Iglesia, Delincuencia Organizada) contra un gobierno legítimo.

A nivel internacional, su estrategia solo funcionaría si llevaran los tranques, la violencia, el secuestro, el saqueo y la guerra psicológica al seno de la OEA, o importaran esas acciones a cada uno de los países del hemisferio.

A pesar de todo, de las muertes, la violencia y la destrucción, a los golpistas habrá que recordarles que el drama del miedo tiene un riesgo para el que lo practica: que, de tanto repetirlo, la gente no se lo crea.


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