por MANUEL ESPINOZA -
Tras
el informe emitido por la CIDH en el Consejo Permanente de la OEA el viernes 22
de Junio del corriente, no cabe mayor duda que este organismo está al igual que
en Venezuela, como parte de un plan desestabilizador.
Se
entendió, que por su objetivo natural de promover y proteger los derechos
humanos en L.A con insistencia solicitaba su llegada al país tras el inicio de
la crisis nacional el 18 de abril del corriente. También se pudo creer que la
insistencia de la llamada sociedad civil de que esta arribara al país era
lógica. Sin embargo los resultados de sus observaciones preliminares, muchas de
las medidas ya implementadas desde esa fecha hasta hoy así como su último
informe, que según ellos tienen un carácter conclusivo están totalmente
parcializados.
Por
la premura de su primer visita, que apenas duro cinco días del 17 al 21 de mayo
tras haber sido invitado por el gobierno y por la avalancha de denuncias en
contra del gobierno se pudo entender que su informe preliminar presentado en su
último día de visita estuviera inclinado a pronunciarse en contra del Estado y
no en contra de los que tras bastidores han provocado tanta muerte y dolor en
un país que en once años no había sufrido tal barbarie.
Algo
que si fue claro para muchos, que la avalancha de denuncias provocadas por la
derecha golpista fue bien dirigida por aquellos organismos de supuesta
promoción de los derechos humanos pero de mala reputación en el país. Mientras
tantos el Estado y los sandinistas apenas aprendían ese esquema de denunciar
ante la CIDH las agresiones y muertes de la que fueron víctimas en el inicio
del golpe. Significa que unos ya estaban preparados no solo para urgir la
llegada de la CIDH, sino de actuar en tiempo y forma para inundarlos con las
denuncias. Eso demuestra, que el Golpe fue un plan sorpresa para el gobierno.
Basta
con el primer ejemplo de las miles de mentiras en este golpe, que expuso el
canciller Moncada en su intervención al descalificar en su totalidad el informe
del 22 de junio. Me refiero a “la noticia falsa de un estudiante muerto en la
UCA, el cual nunca existió pero, que sirvió de detonante a los hechos ocurridos
desde el 19 de abril” De ahí al revisar el texto, el contenido y la forma de
ese primer informe preliminar es fácil pensar, que lo que mal inicia mal
termina.
Sin
embargo, hasta hace unos cuantos días que se presentara el informe final, se
abrigaban por lo menos cinco esperanzas:
•
Que el informe final, recogiera lo declarado por el Secretario de la OEA, Luis
Almagro, quien denunció la intentona golpista al calificar a la elite de poder
como mentirosos, finqueros acostumbrados a hacer con el pueblo de Nicaragua lo
que les venga en gana y que su intención de golpe no iba a ser jamás avalado
por esa organización.
•
Las mismas declaraciones públicas emitidas por varios supuestos líderes de la
revuelta en relación de que ya no se trataba de protestar en contra de las
reformas del INSS, sino de la renuncia y rendición del Presidente y el
desconocimiento de todo el gobierno.
•
Que tras un mes de mayor recepción de denuncias de la otra parte de los
nicaragüenses modificara su lógica de una sola vía de donde venía la violencia
generalizada. Videos escalofriantes de torturas y asesinatos, declaraciones de
falsos muertos, que se incluían en la lista de mártires por parte de la
sociedad civil y los organismos locales como la CPDH, las declaraciones de los
mismos padres, familiares y amigos sobre la información tergiversada
mediáticamente y en la voz de los golpistas no sirvieron de mucho durante el
mes que se dilataron en prepararlo dicho informe.
•
La protesta emitida con anticipación del GRUN cuando la CIDH se la presento
antes de su lectura pública.
•
Sobre todo porque solo con verdad y justicia se lograría traer la paz y la estabilidad,
que quieren todos los nicaragüenses y la CIDH misma ha iniciado con graso
error.
Apenas recoge a 5 policías muertos y 65 heridos, y juntos con estos en
solo tres líneas de su informe aborda el tema de “represalias y hostigamientos
a las que sectores sociales al gobierno y agentes estatales que ha sido objeto”
Nada de las denuncias hechas por el Ministerio Publico de más de 60 personas
asesinadas y destrucción de instalaciones públicas las que fueron remetidas
fueron para nada incluidas. De ahí y más argumentos que presentaron en su
informe final que la intervención del gobierno en la voz del Ministro Moncada
sea clara en calificarlo de “subjetivo, sesgado, prejuiciado y notoriamente
parcializado”.
La
derecha golpista no en vano han aceptado en su totalidad el informe de la CIDH,
pues no solo genera el repudio de la sociedad contra el gobierno, sino que le
da credibilidad a su intentona de golpe de Estado. De ahí el dicho, que por la
diáspora se saca el día.
Una
nueva duda como nube negra se cierna sobre el prestigio y credibilidad de la
CIDH en las labores que realizaran en el país a partir de hoy.
Ahora
su capacidad imparcial, de investigación sobre cada caso desde el 19 de abril
hasta hoy in loco y no desde su sede en Washington por medio del Grupo
Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) y la identificación de los
verdaderos responsables se pondrá a prueba. Solo así podremos responder a la
primera pregunta.
Por
ahora y sin restarle responsabilidad a la CIDH por su viciado informe si se
puede decir, que ha sido utilizada por los golpistas en su objetivo
desestabilizador. El tiempo dirá ya más!
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